psicóloga Jimena Caballero
Cuando estamos tristes, un abrazo suele funcionar como un buen analgésico. El oso de peluche o la almohada que te han acompañado en esas noches de llanto por el desamor, te ayudan a sobrellevar el trago amargo porque el cerebro está programado para responder positivamente a los estímulos táctiles cuando nos encontramos heridos.
La escuela va a ser el segundo hogar cuando la familia vuelva a ser la primera escuela.
He visto con mis propios ojos las desigualdades que existen tan grandes entre las personas afrodescendientes y las “blancas”, el hombre blanco, para ser exacta.
Sin miedo a quedarte sola durante cuarentena
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